viernes, 8 de abril de 2011

5.- Una grafía muy bio: Mismo día, pero más tarde...

Mi yo bonachón me trae hasta acá, no se podrán quejar… no pude descansar sabiendo que estarían deseosos de seguir leyendo sobre esta vida tan llena de sabor y de luz (ustedes digan que sí).

Regresando a la década de los 70’s. Cuando mi hermano Beto era un bebé yo le cantaba, lo arrullaba, le mecía la cuna y lo agarraba de caballito (esa vez me regañaron) ¿Será porque el pobre niño estaba llore y llore? Hasta morado se estaba poniendo según cuentan las malas lenguas (no aguantan nada).

                                          

Imaginen una plácida mañana de azotea: Sol brillante, lavaderos, agua, jícaras, cubetas, pinzas de madera, mecates, tendederos de jaulita y niño en andadera.

                  

Desde chilpayate el Beto siempre fue medio cafre. Ante la mala fama previamente contraída de ser una amenaza rodante (hablo de Beto), nunca nadie supo que el accidente en donde literalmente besó la tierra, más bien el cemento (dicho sea de paso, los labios le quedaron como si se hubiera inyectado silicona en tonos jupiterianos) fue debido a que se me pasó “un poco” la mano al impulsarlo; lo bueno es que el área tenía barda, sino capaz que se me va de largo (recuerden que vivía en un octavo piso).

                                 


Leyendo los dos últimos párrafos pareciera ser que me quería deshacer del usurp… ¡Digo, de Betín! ¡Pero no! ¡Créanme! Hasta eso se le quiere bien al condenadote!

Ahora sí, hasta mañana (tampoco es feria).

Cruz del Sur y zonas aledañas.

No recuerdo haberles dicho que mis primeros años en esta existencia (luego les contaré de mis vidas pasadas) los  viví en Cruz del Sur.

Para los que ni idea tienen de en dónde flautas queda, básteles saber que es en el Distrito Federal y que frente al ya antes mencionado edificio (de ocho pisos) se encontraba un gran camellón. Al otro lado había un dentista y cerca la panadería (a tan solo unos pasos de las conchas, las orejas, los panquecitos, los cuernos, las banderillas…. ¡El taladro del sacamuelas!).

           

     

Diciembre… instante mágico, etéreo, olor a pino que aun hoy inunda mis más memorables recuerdos de la infancia. Los zapatos con las respectivas cartitas aguardaban con ferviente paciencia cobijados bajo el árbol. La oscuridad de la noche hacía que las luces majestuosas y brillantes emergieran con fuerza…

¡Santa Claus estaba por llegar!

La espera se hacía eterna, el sueño nos invadía, difícilmente podíamos mantener los ojos abiertos. “Hay que irse a dormir, sino Santa no va a llegar” decían nuestros padres. Obedecíamos… Al poco rato la curiosidad era más fuerte que el sueño invasor “¿Ya habrá llegado?”


Después de varias inspecciones a lo largo de la noche (me sentía como prefecto de secundaria pública), regresaba a mis aposentos decepcionada… ¡De Santa ni sus luces! (solo las del árbol navideño).

 

¿Quién se iba a imaginar que ese sentimiento de desencanto sería apenas el eslabón inicial de una retahíla de decepciones?

Sé que suena medio denso, pero no se me sulfuren, la vida no siempre es hermosa ¿Qué nadie se los ha dicho?

Finalmente Santa llegaba y colocaba los regalos bajo el árbol.

 

Una grafía muy bio inicia en marzo 25.

Ileaniukz

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UNA GRAFÍA MUY BIO: Intento por rescatar los momentos e instantes vividos. Memoria ¡No me falles! Tiempo ¡Dame chance!

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