sábado, 21 de mayo de 2011

11.- Ese dedo que tú ves ahí...

Espiral energética sobre uno de mis pequeños miembros.

Una tarde, todo estaba en silencio. El Beto supongo que estaría bien “jetón” en su cama y al Gabriel lo estaría bañando mi abnegada madre; mi padre se encontraba trabajando (Servicios Técnicos en Personal) y yo, como duende suelto en la enormidad del departamento.

                                                     

Las horas transcurrían…. de pronto, un radio de transistores psicodélico frente a mí. Recuerdo que era un radio pequeño (del tamaño de un tostador de pan), de madera, con rayas de colores: rosa, amarillo, verde, azul, naranja. Lo observé con detenimiento, en la parte trasera el esqueleto al descubierto ¿será que en todos los casos todo lo que no se ve es necesariamente feo?

                  


En esas estaba cuando sorpresivamente mi atención se centró en el cable. Lo tomé entre mis pequeñas manos, lo recorrí hasta que llegué al final del mismo (no tenía clavija, solo unos alambres medio trenzados). Los observé durante un buen rato, era algo novedoso.

                                                     

Las sorpresas avanzaban a medida que el tiempo transcurría: Frente a mí, en la pared, dos hoyitos.

                                                    


 “¿Cabrán estos dos alambritos trenzados en los agujeritos?”…

                      

 ¡Sí cupieron! tan cupieron que la espiral energética rodeó uno de mis pequeños brazos y tres de mis deditos de la mano derecha quedaron como tocino a medio freír…. ¡Ándele! ¡Así merito! Como dedo de ET señalando su “home, home”.

                                            


Creo que está de más el que comente que tuve que ser llevada de emergencia al hospital y que mi dedito índice tuvo que ser intervenido quirúrgicamente. No me consta, no hay evidencia de ello, pero dicen que fue necesario hacer un injerto con carnita de alguna de mis pompis. Lo bueno es que ni me preguntaron, sino capaz que me hubiera negado de manera rotunda; glúteos escasos y tasajeados ¿Qué es lo que queda?

Parecía pugilista con guante de box en color blanco, fue un tanto incómodo… pero ¿qué esperaba? todo en esta vida tiene consecuencias…

Dedo necio

Mi dedo índice es un tanto necio ¿a quién se parecerá? Cuando fueron retirados los vendajes y los puntos, fue necesario colocar una tablilla para que el dedo se mantuviera “derechito”, bajo régimen militar por así decirlo.

Cada vez que iba a consulta de revisión era cómico ver cómo el dedo se enroscaba al momento de ser quitada la tablilla. Quedaba enroscado como gusanillo de agua puerca. Pobre doctor, se veía un tanto frustrado.

                                                  

El enroscamiento fue en dos ocasiones seguidas, a la tercera ya no tanto por lo que me retiraron de manera definitiva la tablilla y me dejaron de tarea hacer un ejercicio consistente en enroscar y estirar el dedito. Así me la pasé durante varias semanas, fue una actividad bastante extenuante. Recuerden que se trataba de una pequeñuela de 4 ó 5 años que todavía no estaba acostumbrada al ejercicio extremo.

Creo que esos fueron los comienzos de ese estilito medio mandoncito que dicen de repente surge en mí.

“¡Ese dedito!” siempre ha dicho mi madre cada vez que percibe en mí tonitos de mando.

¿Ahora comprenden por qué me dedico a la docencia? El dedo fue programado desde la tierna infancia para ser un dedo que se mantiene firme, que señala, guía, indica,…

                                                               

La necedad no tiene límites…

Para no entrar en detalles, básteles saber que fue necesaria una segunda intervención quirúrgica: El dedo no quería ceder, se seguía enroscando.

                                                      

Para esta ocasión, como fue una operación programada, previa a la misma mi hermoso padre me llevó a Liverpool de compras. Él era plenamente consciente de que hay ciertos eventos en la vida de todo infante que SI NO son relacionados con estímulos gratos pueden dejar una huella negativa, indeleble y traumante.

Recuerdo con emoción cómo salí de la tienda con:
  • Bata nueva.
  • Camisón nuevo.
  • Chancletas con cabeza de pato Donald.
  • Un perro enorme de peluche.
                                                  
  • Una revista a colores del oso Yogui.
                                                
  • Un rompecabezas de la República Mexicana.
                                            

Ya se me hacía tarde para llegar al hospital y estrenar mis prendas.

                                                         

10.- Ansiedad y revisando las últimas líneas...

Ansiedad.

Acabo de terminar de leer “Viajero que vas” del ilustrísimo Germán Dehesa. Muy interesante.

                                                         
                                                    
Dentro de mis barrocos procesos mentales y más experimentando altos niveles de ansiedad (lo atribuyo a mi muy mala alimentación de los últimos días) es que llegué a pensar que él y yo tenemos mucho en común... Dirán “¡Bájale a la espuma de tu chocolate!” pero sí. Lo bueno es que uno es libre de pensar lo que quiera (agradezcan que se los comparto). Si después me dan ganas, les ampliaré este punto, como dijeran los letrados: “Ahondaremos en el tema”.

Los dejo, tengo ropa remojando y es hora de enjuagar.

                                               

Revisando las últimas líneas…

Yo no sé si las cuestiones astrales, planetarias o de otra índole ejercerán influjo, pero veo que muchos de los felices momentos de mi existencia están íntimamente relacionados con el vital líquido (aunque en dos ocasiones, las tengo muy presentes, estuve a punto de convertirme en hidrofóbica). No se les olvide recordarme que les cuente de estos dos sucesos: Alberca de Acapulco y Río Actopan.

                       

Una grafía muy bio inicia en marzo 25.

Ileaniukz

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UNA GRAFÍA MUY BIO: Intento por rescatar los momentos e instantes vividos. Memoria ¡No me falles! Tiempo ¡Dame chance!

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