domingo, 15 de mayo de 2011

9.- Una grafía muy bio: Días de campo...

Era muy emocionante salir con la familia y disfrutar de los paisajes a lo largo del camino. Me encantaba contar postes o imaginar que iba en una nave espacial y que los tripulantes de los carros que venían atrás del nuestro eran invasores que no debían rebasarnos.

Cuando me aburría, me ponía a cantar:
“Solo dame una señal chiquita, o mi vida, que sepa que te gusto, oh! Sí…” [1]

O cantaba la de:
Mamita, yo no quiero un hermanito, lo que quiero es un perrito, chiquitito y juguetón; mi mami dice, que un nuevo hermanito, desde París me lo van a traer…” [2]

Me emocionaba cuando pasábamos a comprar las carnitas, las tortillas y los refrescos, eso significaba que estábamos a punto de llegar a nuestro destino: ¡La Marquesa! Aire frío, neblina, bosque y áreas verdes.

                                                    

En un espacio destinado a los visitantes se instalaba el mantel y el día de campo daba inicio.

Después de disfrutar de los ricos taquitos de carnitas y chicharrón acompañados con una buena Coca Cola (cuando no tenía tanto gas y también sabía mejor), mi papá nos llevaba a volar papalotes.

                                                       
La elaboración de los cometas había sido 100% artesanal y participaban en el proceso el Sr. Valente Chong Meda (q.e.p.d.)con la ayuda de dos de sus querubines (el Betito y la Ile; el Gabriel taba muy chiquito).

                                                

El hecho de estar a punto de ver si el arduo trabajo, de toda una semana, había valido la pena, nos llenaba de una inexplicable emoción.

                                                

Botes listos, hilo enrollado, comenzaba el proceso de elevación…

Poco a poco íbamos soltando del cordel, sentíamos como el aire ejercía presión, la fuerza del viento lograba que lentamente el papalote cobrara altura y se elevara hasta el infinito… cuando abruptamente se dejaba de sentir el jalón, era momento de salir corriendo, era necesario generar de nueva cuenta un choque entre el volador caleidoscópico y la corriente de aire… elevación asegurada.
                                                                                                                                                                                                                     

Estando en esos procesos (de córrele y jálale para que el artefacto no sucumbiera ante la fuerza de gravedad), el que casi siempre estuvo a punto de salir disparado hacia el espacio exterior (llegándose a convertir en extensión de la cola del papalote) era el abnegado Betito. Sin pensarlo mucho todos entrábamos  acción. Aunque no lo crean sí me preocupaba, ya que aunque estuviera atacada de la risa, como que no se me antojaba ver salir disparado por los aires a un hermano mío cual globo desinflado.

                                                   


Mi padre rápidamente tomó el control de OVSI (Objeto Volador Sí Identificado), yo abrazaba con fuerza una de sus piernas y el Betito una de las mías; era interesante eso de experimentar el concepto de hacer contrapeso. Supongo que a la distancia nos veríamos como manadita de elefantitos (aunque un tanto desnutriditos).

                                               
Era muy divertido.

Una grafía muy bio inicia en marzo 25.

Ileaniukz

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UNA GRAFÍA MUY BIO: Intento por rescatar los momentos e instantes vividos. Memoria ¡No me falles! Tiempo ¡Dame chance!

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