Bien… ahora sí…. comencemos….
¡Ups! ¿Por dónde empezar?
Todas las historias comienzan de la misma manera, son tantos los seres que desean que sus historias sean conocidas que definitivamente la competencia es muy fuerte…. En fin… haré el intento…
Ante esta postura mercadológica de “al cliente lo que pida” es que procederé a contarles lo que se pueda contar de mi impactante vida (tampoco es cosa de andar ventilando todo, debe haber cierto recato).
Hechas las aclaraciones de rigor…
Todo inicia por el año de mil novecientos y algo (para aquellos conocedores de la astrología China ya habrán hecho cuentas y detectado que esta historia tratará de un caballo bien caballo).
Un día de diciembre llega a este mundo una linda criatura que desde que pegó el primer llanto (que según dicen no fue un llanto cualquiera) demostró que sería una mujer un tanto “especial”; este adjetivo me hubiera gustado que proviniera de un gentil real caballero, pero ante las circunstancias, dejémoslo en “especial” en términos de ser un ente complejo; ya saben: pensamiento barroco o estilo churrigueresco.
Desde pequeña fue la alegría del hogar… Sé que suena un tanto presuntuoso, pero lo que fue, fue. La verdad siempre sale a la luz y no se puede, ni debe, tapar el sol con un dedo.
Contextualicemos un poco para que logren entender a lo que me refiero: Primer hija, una niña linda (no es por nada, pero con unos ojazos muy grandes y expresivos), muy platicadora e inquieta.
Bueno, por hoy es todo. No se enojen. Sé que están deseosos de saber más de mí, pero tómenlo con calma. De lo bueno, poco. Mañana proseguiré, lo prometo. Véanlo así: Si son como una servidora que con la lectura de una página (a lo más dos) invocan a Merlín, estarán contentos con este estilo. Tampoco es cosa de leer sin comprender nada. Buenas noches.